El negocio del cambio climático S.A.

El cambio climático, la mayor amenaza medioambiental que enfrenta hoy la humanidad y que ya está afectando y modificando nuestra economía y salud y amenaza la vida sobre la tierra de distintas formas sería el más despreciable negocio del futuro, si no hacemos nada para frenarlo. Ejércitos y empresas transnacionales trazan hoy estrategias de lucro sobre ese anunciado desastre ambiental, según asegura a Portafolio el investigador británico Nick Buxton, uno de los autores, junto con compatriota Ben Hayes, del libro Cambio Climático S.A., publicado recientemente en español por la Fundación Fuhen Eco social, un espacio de debate y reflexión sobre las tendencias y cambios de nuestro tiempo, con más de medio siglo de existencia.

Por Gloria Helena Rey

“El poder de las transnacionales es tan grande que todo en la política se está convirtiendo en negocio, incluso el cambio climático. De las 100 economías más grandes en el mundo, 69 son transnacionales y solo 31 son países. La petrolera Shell, por ejemplo, tiene 3 veces más ingresos que Colombia. Con tanta riqueza dispone de una fuerte influencia en las decisiones políticas, y la utiliza para garantizar y aumentar sus ganancias, aun si sus operaciones tienen impactos negativos sobre la gente, el medioambiente, o ponen en riesgo el futuro de la humanidad en una crisis climática”, afirma.
El enorme poder de esas empresas –en su opinión– es una de las principales razones por las que no se ha enfrentado el cambio climático como se debería ni se han reducido las emisiones de gases de efecto invernadero con la fuerza necesaria para llegar a las soluciones que necesitamos todos para garantizar la sobrevivencia de todos en el planeta.
“El poder de las petroleras y otros sectores comprometidos en la producción y uso de combustibles fósiles es la razón por la que tenemos políticas débiles o soluciones falsas, como los mercados de carbono (otra forma de lucrar), y porque las emisiones siguen aumentando sin parar”, destaca
Admite que también hacen parte del gran negocio del cambio climático las industrias del acero, del sector agro industrial, que ha deforestado la tierra para poner ganado; las grandes empresas de alimentación; agua, infraestructura, del sector energético, de seguridad (homeland security) y el sector financiero, que invierte en todos los anteriores.
“En el libro mencionamos, además de Shell y Exxon, a empresas como ADM, Bunge, Cargill and Louis Dreyfus, Monsanto, Bank of America y muchas otras. También a entidades del Estado, como el Pentágono, que es la organización que mas petróleo utiliza a causa de su presencia en mas de 800 bases militares en el mundo, de sus guerras en muchos países, y de su dependencia de tanques, aviones, portaaviones etc., que emplean grandes cantidades del crudo”.
También preocupa
También preocupa que se vea el cambio climático como la gran amenaza que necesitará de acciones armadas para garantizar la protección de los recursos naturales y que se esté estableciendo una conexión entre ejércitos y corporaciones (transnacionales) para garantizar la seguridad derivada de sus efectos.
“Con la expectativa de que esta catástrofe ambiental causará escasez, surge el temor de mucho más inestabilidad en el mundo. Lo que vemos en planes de las empresas transnacionales, en documentos del Pentágono y en las estrategias de seguridad de la Unión Europea es una expectativa de que habrá más conflictos y será necesario aumentar los fondos para los ejércitos y organismos como la policía para garantizar la seguridad. 
“A su vez, las transnacionales esperan el apoyo de los ejércitos para proteger sus cadenas globales de suministro, las vías marítimas, sus actividades económicas, etc. El mundo se está armando y si antes la disculpaba era terrorismo ahora lo será al cambio climático”, afirma Buxton.

No duda de que el presidente Donald Trump “es la evidencia más cruda que podríamos tener un sistema que busca soluciones corporativas y militarizadas a los problemas e inquietudes de la gente. Es la gran alarma que necesitamos para impedir que las decisiones económicas, políticas y sociales sean tomadas por militares y empresarios”.

En el libro, los dos investigadores documentan cómo ejércitos y corporaciones –con el apoyo de grupos políticos– buscan hoy hacer del cambio climático un gran negocio, al tiempo que profundizan en la exclusión de los más pobres, que son los que sufrirán las peores consecuencias con la grave crisis ambiental.
“Nos enfocamos en las empresas que se preparan para los impactos del cambio climático y lo que revelamos es que, para las transnacionales, su principal objetivo no es reducir ni evitar el cambio climático, sino minimizar los riesgos en sus operaciones y buscar opciones de negocios para aumentar sus ganancias, aprovechando la crisis causada por ese desastre ambiental.
“En la área del agua, por ejemplo, hay muchos fondos de inversiones financieras en Australia, California y otros países, que están invirtiendo en derechos al agua en zonas sensibles a escasez hídrica, sabiendo que el cambio climático provocará aumentos en los precios en el futuro y que ellos podrían lucrar, aun si es sobre el sufrimiento de los demás”, afirma Buxton.

Sostiene que “un sistema que favorece a las empresas y ejércitos va a aumentar la desigualdad profunda en el mundo y la militarización de nuestra sociedad, reemplazando la solidaridad por el odio y el miedo”
Con militarizar y hacer corporativo el cambio climático “no se resolverán las múltiples crisis que enfrentamos. Poner a empresas y militares a cargo de nuestro futuro es poner los zorros en cargo de las gallinas. El Pentágono y las empresas transnacionales son las fuerzas que han causado la crisis climática y sus soluciones empeorarán la situación, porque están basadas en la inseguridad de la mayoría de la gente”, añade.

Los autores plantean, también, interrogantes sobre los ganadores y perdedores de la nueva estrategia de seguridad climática que se está diseñando; sobre lo que implica que instituciones como el Pentágono o empresas como la Shell o la Exxon reformulen el alcance del cambio climático, desde la justicia social y ambiental, a la de la seguridad. Además, se preguntan sobre qué es exactamente lo que se va asegurar, sobre quién y para quién será hecha esa seguridad y qué costo tendrá.
Santiago Álvarez, director de Fuhem Ecosocial, indica que con este libro se lanza “la inquietante advertencia de que asistimos a una adaptación militarizada al cambio climático. Los efectos del calentamiento global son contemplados como riesgos políticos y de seguridad nacional, desde el prisma exclusivo de los intereses dominantes en cada país”.
Le preguntamos a Buxton: ¿Qué se puede hacer para frenar la expansión de Cambio Climático S.A.?, y nos respondió:
“Democratizar el poder para tomar decisiones colectivas y en solidaridad con personas de diferentes partes del mundo. Estoy hablando de reducir y restringir radicalmente el poder de las transnacionales y el presupuesto de los ejércitos para invertir en sistemas de seguridad más sociales y comunitarios”.

Fuente: Portafolio - Publicado en: Ecoportal.net - Imagenes: ‪Question Digital‬

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