Shell, el ‘coco’ del Ártico


A pesar de los condicionantes, queda clara cuál es la posición del gobierno de EEUU sobre la actividad industrial en el Ártico.

El pasado lunes nos llegaba la noticia que ya esperábamos. El Departamento del Interior del gobierno de EEUU, a través de la Oficina de Gestión de la Energía Oceánica (BOEM en sus siglas en inglés) da el visto bueno al plan de exploración presentado por Shell para buscar petróleo en las aguas del mar de Chukchi (Alaska). Pone ciertas condiciones sobre seguridad e impacto sobre fauna con lo que la pelota está ahora en el tejado de otras agencias gubernamentales, como la NOAA (Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica de EEUU) que deben ratificar que se cumplen esas condiciones y dar la luz verde definitiva para que las plataformas de Shell se desplacen a los puntos de exploración del Ártico este verano. A pesar de los condicionantes, queda clara cuál es la posición del gobierno de EEUU sobre la actividad industrial en el Ártico. Sin embargo sobran las razones por las que esta decisión, y la actividad de Shell en el Ártico, son una locura. Aquí van cinco: Antecedentes de Shell en el Ártico. Su anterior intento de explorar las aguas de Alaska en 2012 resultaron en la plataforma Kulluk encallada y la Noble Discoverer casi encallada. Esta última violó varias normas y la subcontrata de Shell fue multada con 12 millones de dólares. Por mucho que diga lo contrario, la seguridad de sus operaciones está claramente en entredicho. El plan de respuesta de Shell ante un vertido es irrealista. La propia BOEM estima en un 75% las probabilidades de vertido a lo largo de la vida útil del permiso de Shell. Los estudios también apuntan a que las condiciones climáticas del Ártico harían imposible desplegar los equipos de respuesta durante un largo periodo, incluso en los meses de verano. Sin embargo, el plan de respuesta de Shell asume que el 95% del petróleo sería retirado por equipos antes de llegar a la costa de Alaska, cuando la media suele estar en torno al 20% incluso en climas más benignos. También asume que tendrá seis días para llevar efectivos de las costa al punto de vertido cuando el BOEM estima que el crudo podría llegar a la costa en tan solo tres días. Aumento de la contaminación en la zona. El aumento de la actividad industrial conlleva mayor contaminación marina, atmosférica y acústica en el mar de Chukchi. El plan presentado incluye la descarga de miles de barriles de lodos y otros residuos directamente al océano, que pueden contener metales pesados y otras toxinas que dañan el medio marino. La contaminación atmosférica de Shell será incluso mayor que en 2012, incluyendo óxidos de nitrógeno que pueden causar graves problemas de salud. Impacto en especies del Ártico. Los puntos de perforación de Shell se encuentran adyacentes al banco de Hanna, un hábitat crítico para la morsa y un punto caliente de biodiversidad marina. Además el modelo de trayectoria de vertido que ha presentado Shell apunta en dirección a la isla de Wrangel, lugar Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, y hogar de osos polares y morsas. La comunidad científica y millones de personas dicen que no. La revista Nature publicó un estudio que confirma que las reservas de petróleo del Ártico no deberían utilizarse si queremos limitar el aumento de la temperatura global a los 2ºC (por encima de los cuales las consecuencias del cambio climático serían catastróficas). Y casi siete millones de personas ya se han sumado a la petición para pedir que el Ártico sea un Santuario libre de actividad industrial. 


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