El Manifiesto de la Montaña Oscura


El fin de la raza humana será que
eventualmente morirá de civilización.

Ralph Waldo Emerson

Los ocho principios de incivilización

1.    Vivimos en un tiempo de desmoronamiento social, económico y ecológico. A nuestro alrededor todo indica que nuestro tipo de vida ya está pasando a la historia. Enfrentaremos esta realidad honestamente y aprenderemos a vivir con ella.
2.    Rechazaremos la fe que propone que las crisis convergentes de nuestro tiempo pueden ser reducidas a un numero de “problemas” que necesitan “soluciones” tecnológicas o políticas.
3.    Creemos que en la raíz de estas crisis se encuentran los cuentos que nos hemos estado contando. Nos proponemos desafiar los cuentos que definen a nuestra civilización: el mito del progreso, el mito de la centralidad humana y el mito de nuestra separación de la “naturaleza”. Estos mitos son aun mas peligrosos por el hecho de habernos olvidado que son mitos.
4.    Reafirmaremos el rol de los cuentistas como algo mas que mero entretenimiento. Es a través de las historias que tejemos la realidad.
5.    Los humanos no son el punto principal ni el sentido final del planeta. Nuestro arte comenzará con el intento de salirnos de la burbuja humana. Prestando especial atención, volveremos a relacionarnos con el mundo no-humano.
6.    Celebraremos la escritura y el arte que esté anclado en la conciencia de lugar y de tiempo. Nuestra literatura ha sido dominada durante demasiado tiempo por aquellos que habitan las ciudadelas cosmopolitanas.
7.    No nos perderemos en la elaboración de teorías ni ideologías. Nuestras palabras serán elementales. Escribimos con tierra debajo de nuestras uñas.
8.    El fin del mundo como lo conocemos no es el fin del mundo como tal. Juntos, encontraremos la esperanza mas allá de la esperanza y los senderos que llevan al mundo desconocido que nos espera.


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El proyecto de la Montaña Oscura: más allá del ecologismo
 
Uno de los más reputados ecologistas de los últimos años, ex-editor de la revista de vanguardia The Ecologist, Paul Kingsnorth, ha dejado de ser ecologista. Considera que un comportamiento "verde" no conseguirá frenar lo que nos espera en el futuro: el fín de la civilización industrializada como la conocemos, el comienzo de una nueva era.
"Por qué he dejado de creer en el ecologismo y he comenzado el Proyecto de la Montaña Negra"
El ex-editor de The Ecologist, una revista de referencia absoluta dentro del ecologismo mundial, explica por qué se ha apeado del movimiento verde.
Esta es la historia del Proyecto de la Montaña Negra, un nuevo movimiento cultural en esta nueva era que está a punto de comenzar, y de cual soy uno de los fundadores. Fue hace sólo un año, pero parece mucho más tiempo. Han pasado muchas cosas desde entonces.
Durante 50 años, he sido un ecologista convencido y escritor especializado en el tema. Durante dos años, fue editor de El Ecologista (The Ecologist). Desde sus páginas, luché contra el cambio climático, contra la deforestación, contra la sobrepesca, la destrucción de los ecosistemas, la extinción de las especies, etc. Escribí sobre cómo el sistema económico global estaba afectando al sistema ecológico. Hice todo lo que hacen los ecologistas. Pero después de un tiempo, dejé de hacerlo.
Hay dos causas para haber llegado a ese punto. Una es que ninguna de las campañas ha tenido éxito, excepto a un nivel muy local. A nivel global, todo va a peor. la segunda es que los ecologistas, me parece a mí, no están siendo honestos consigo mismos. Cada día se hace más obvio que el cambio climático es imparable, que la sociedad actual no es coherente con las necesidades del planeta, y que el crecimiento económico es parte del problema. Que el futuro no va a ser verde, confortable y sostenible para 10.000 millones de personas. Que va a ser lo contrario. Y todos los ecologistas hemos estado realizando nuestra labor propia, haciendo como que lo imposible va a ocurrir. Yo ya no me trago ese cuento, y creo que no soy el único.
Cuando conocí a Dougald Hine, otro ex-periodista como yo, descubrí a alguien igualmente excéptico con la visión rosa del futuro que prima actualmente en la socidad. Y no sólo hemos descubierto que el movimiento ecologista está teñido de esa visión optimista, sino que ésta ha penetrado en sectores de la sociedad que deberían tener más conocimiento sobre el futuro real: el mundo de la cultura, que también se engaña sobre nuestras posibilidades de gestionar el futuro.
Del encuentro con Dougald Hine nació un panfleto llamado Incivilización: el Manifiesto de la Montaña Negra. Es una llamada a aquellos que, como nosotros, no creemos que el futuro será una evolución del presente; una llamada a aquellos que quieran forjar una nueva respuesta cultural a la situación. Busca una visión realista de la verdadera posición de la Humanidad en el mundo.
No teníamos ni idea de la respuesta que podría tener esto, pero la tuvo... en todo el mundo. Hemos atraído a miles de personas, y se ha comenzado a formar un nuevo movimiento. Y lo más fascinante es el hilo conductor de la misma. La mayor parte de las personas que se pusieron en contacto con nosotros transmitían un profundo alivio. Ellos también habían pasado por la fase de "Salvemos el planeta", pero ya no creían en ello. Y muchos estaban interesados en encontrarse con gente que comparten su opinión y que están dispuestos a crear una nueva forma de mirar al futuro.
Para mí, esto es lo más emocionante en el Proyecto de la Montaña Negra. Ha puesto en contacto a gente de todo el mundo, de muy variada circunstancia: poetas, escritores, ingenieros, científicos, músicos, granjeros... todos unidos por una misma visión. Es una visión que hace sólo unos pocos años le habría parecido una herejía a cualquier ecologista, pero que está ganando apoyo a medida que se hace más obvia la incapacidad de la Humanidad para afrontar la crisis que ella misma ha creado. Podemos decirlo alto y claro: no vamos a salvar el planeta. El planeta no se está muriendo, es nuestra civilización la que lo hace, y ni la tecnología sostenible ni el comercio justo va a evitar que nos la demos.
Curiosamente, aceptar esta realidad no lleva a la deseperación, como algunos sugieren, sino a la esperanza. Una vez que dejamos de hacer como que lo imposible puede suceder, nos sentimos libres para pensar seriamente en el futuro. Esto es lo que el movimiento del Festival de la Montaña Negra va a hacer. En parte un Festival, en parte un fín de semana musical, en parte una forma de afrontar un futuro inciero. Reunirá a muchas personas coordinadas por gente práctica con ideas para construir la era post-petróleo en el siglo del caos.
Fuentes: The Guardian y el site de Dark Mountain Projetc
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ORIGEN DEL NOMBRE DARK MOUNTAIN.


El poeta Norteamericano Robinson Jeffers rápidamente se volvió una especie de faro para el proyecto Dark Mountain, (Montaña Oscura).
Hoy en día Jeffers es poco leído, pero era uno de los escritores mas reconocidos en los años 1930 y 1940. Amigo de Edward Weston y DH Lawrence, vivió, como dijo un critico, “recluido como un mago-estrella de cine” en una torre de piedra sobre el Pacifico, escribiendo cientos de poemas dotados con el espíritu que él llegó a llamar in-humanismo, “un desplazamiento del énfasis y significado del hombre al no-hombre”. En un tiempo en el que la Gran Depresión estaba destruyendo millones de vidas y Europa se estaba militarizando para una nueva guerra, Jefferson vio la historia humana como una fuerza inexorable, con una naturaleza casi destructiva. “La belleza del Hombre/moderno no está en las personas,” escribió en “Rearme”, un poema que se volvió un epígrafe para “Incivilización”, “sino en el/Desastroso ritmo, las móviles y pesadas masas, la danza de/las masas guiadas por un Sueño bajando por la montaña oscura”.      

Traducción : Uberto Sagramoso - Foto: Lucas Chiappe Imagen: newwritingcumbria.org.uk

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