El derrumbe en Chernóbil resucita el miedo a la catástrofe

Andrei Reznichenko
La central nuclear de Chernóbil, en Ucrania, debe de ser la menos “afortunada” en el mundo. El pasado 12 de febrero allí se derrumbaron unos 600 metros cuadrados de estructura del cuarto reactor, precisamente aquel donde se produjo en abril de 1986 la explosión que causó el accidente nuclear más grave de la historia.
El accidente se produjo a unos 70 metros del “sarcófago”, la cubierta de hormigón que cubre provisionalmente el bloque de reactores que explotó en aquel trágico 1986 con devastadoras consecuencias. La estructura protectora no resultó afectada pero lo ocurrido volvió a recordar la serie de decisiones equivocadas relativas a la central. Una de ellas fue la elección de la empresa francesa Framatome como constructora del silo que debía almacenar el combustible utilizado. Este proyecto de 1999 nunca llegó a terminarse ya que los franceses no consiguieron solucionar problemas técnicos existentes.
El derrumbe de ahora pone de manifiesto que la central nuclear de Chernóbil tiene que ser sometida a control permanente ya que las estructuras se van envejeciendo y desgastando con el tiempo y, de no recibir un mantenimiento adecuado no tardarán en venirse abajo. No tiene nada que ver con el nuevo sarcófago protector que se está construyendo por una empresa ruso-ucraniana. Se derrumbó el tejado de la sala de máquinas que se encuentra fuera de la zona de obra.
Esto mismo plantea una serie de preguntas, la primera es quién realiza el control sobre las instalaciones de la central que no están en la proximidad inmediata al sarcófago, como por ejemplo la sala de máquinas.
Aunque los expertos descartan la contaminación radiactiva tras derrumbe de estructuras en Chernóbil, la situación es algo confusa. La central ucraniana se conoce como el más peligroso de los objetos creados por el hombre y seguirá centrando la atención de la comunidad internacional.
¿Existen cálculos y previsiones relativas el estado de instalaciones de la central nuclear de Chernóbil a largo plazo? ¿Qué medidas se adoptarán para que nada semejante vuelva a ocurrir? ¿Quién financiará los trabajos de mantenimiento de las instalaciones?
Como siempre, hay más preguntas que respuestas pero convendría tener soluciones ya, no mañana. Al fin y al cabo, una central nuclear -y muy especialmente la de Chernóbil- no es una fábrica de cerillas.
Imagen: imbratisare.blogspot.com Fuente: (RIA NOVOSTI, especial para ARGENPRESS.info)


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