Del imperio a la Comunidad de la Tierra



¿Convertiremos la crisis en oportunidad?
Nos enfrentamos a una elección entre dos modelos contrapuestos para organizar los asuntos humanos: El Imperio y la Comunidad de la Tierra. El Imperio organiza dominando a todos los niveles, desde las relaciones entre naciones hasta las relaciones entre miembros de las familias. El Imperio trae fortuna a unos pocos, condena a la mayoría a la miseria y servidumbre, elimina el potencial creativo de todos y se apropia de mucha de la riqueza de las sociedades humanas para mantener las instituciones de la dominación.
La Comunidad de la Tierra, por contraste, se organiza a base de sociedades, da rienda suelta al potencial humano para la cooperación creativa, y comparte los recursos y excedentes para el bien de todos. Debemos hacer una elección para volver a aprender cómo vivir según estos principios. El Imperio ha llegado a los límites de la explotación que la gente y la Tierra son capaces de soportar. El montaje perfecto de una tormenta económica, nacida de una convergencia de la subida del petróleo, cambio climático y una economía americana desproporcionada, se conjuntan ahora para traer una reestructuración dramática a cada aspecto de la vida moderna. A pesar de ello, tenemos el poder de elegir si las consecuencias resultan en una crisis terminal o en una oportunidad épica.
Según el historiador cultural, Raine Eisler, los primeros humanos evolucionaron dentro del marco cultural e institucional de la Comunidad de la Tierra. Se organizaron para cubrir sus necesidades cooperando con la vida en lugar de dominarla. Hace unos 5.000 años, comenzando en Mesopotamia, nuestros antepasados dieron un giro trágico de la Comunidad de la Tierra hacia el Imperio. Se opusieron a reverenciar el poder de vida generativa -representada por diosas o espíritus de la naturaleza- y optaron por reverenciar la jerarquía y el poder de la espada -representada por unos dioses normalmente distantes-.
La primera forma institucional del Imperio ha ido cambiado de la ciudad-estado a la nación-estado, y, actualmente, a la corporación global, pero el patrón básico de dominación permanece. El sexismo, racismo, injusticia económica, la violencia y la destrucción medio ambiental, que han plagado la mayor parte de las sociedades humanas durante 5.000 años tienen éste origen común, que ahora nos ha traído al borde de una potente crisis terminal.
Dado que el Imperio ha prevalecido durante 5,000 años, un cambio a la Comunidad de la Tierra podría parecer una fantasía desesperanzadora sino fuera por la evidencia de que un cambio de valores indican que está en camino un despertar global hacia niveles mas altos de la conciencia humana. Este despertar está dirigido en parte, por una revolución en las comunicaciones que desafía la censura de la élite.
Las consecuencias de este despertar se manifiestan en los derechos humanos, de las mujeres, del medio ambiente, movimientos por la paz y otros movimientos sociales. Estos movimientos a su vez ganan fuerza del creciente número de mujeres dirigentes, las comunidades de color, los indigentes, y de un giro en el balance demográfico a favor de grupos de más edad que probablemente han logrado una mayor concienciación precisamente por la sabiduría de los mayores.
Nosotros los humanos vivimos a base de historias. La clave de elegir la Comunidad de la Tierra es reconocer que el nacimiento del poder del Imperio no está en sus instrumentos de violencia física. Está en la habilidad del Imperio de controlar las historias por las cuales nos definimos a nosotros mismos y nuestras posibilidades.
La lucha por controlar las historias culturales existentes define la política cultural contemporánea en los EEUU. Una alianza de la extrema derecha de plutócratas corporativos elitistas y teocráticos religiosos ha ido ganando el control de una gran parte del discurso político en los EEUU controlando las historias por las cuales la cultura existente define el camino hacia la prosperidad, seguridad e intención. En cada caso, las versiones de estas historias a favor de la extrema derecha afirman las relaciones dominadoras del Imperio.
La historia de la “Prosperidad Imperial” dice que una economía eternamente creciente beneficia a todo el mundo. Para que crezca la economía, necesitamos gente de dinero que pueda invertir en empresas que creen empleos. Por tanto, debemos apoyar a los adinerados recortando sus impuestos y eliminando las normas que impiden la acumulación de riqueza.
La historia de la “Seguridad Imperial” va de un mundo peligroso, lleno de criminales, terroristas y enemigos. La única manera de asegurar nuestra seguridad es a través de desembolsos importantes a favor de los militares y la policía para mantener el orden por medio de la fuerza física.
La historia de “Significado Imperial” refuerza las otras dos, mostrando un Dios que recompensa a los justos con riquezas y poder y manda que ellos gobiernen a los pobres, quienes justamente sufren castigo divino por sus pecados.
No es suficiente, como están haciendo muchos en los EEUU, debatir los detalles de las políticas sobre impuestos y educación, presupuestos, guerra y acuerdos comerciales en busca de una agenda política positiva. Para cambiar nuestro futuro humano, debemos cambiar las historias que nos definen. Debemos infundir la cultura convencional con historias de la Comunidad de la Tierra. Afortunadamente, las nuevas tecnologías de la comunicación están haciendo que esto sea posible.
Así como las historias del Imperio nutren una cultura de dominación, las historias de la Comunidad de la Tierra nutren una cultura de asociación. Afirman los potenciales positivos de nuestra naturaleza humana. Compartir las buenas noticias de nuestras posibilidades humanas por medio de la palabra y la acción es quizás el aspecto mas importante de la Gran Labor de nuestros tiempos.
Artículo publicado en la revista Resurgence número 239. 

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