ONU y los pueblos chocan por economía verde



Por Fabiana Frayssinet

RÍO DE JANEIRO, 17 jun (TerraViva) - El director ejecutivo del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), Achim Steiner, cree que él y la Cumbre de los Pueblos coinciden en que el actual modelo económico causó el colapso ambiental. Pero el diálogo sobre cómo sustituirlo se volvió un áspero debate.
El encuentro con el alemán Steiner fue el más esperado de la Cumbre de los Pueblos: un alto representante de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Desarrollo Sostenible, Río+20, se desplazó al otro lado de esta ciudad brasileña, para discutir con ecologistas y activistas sobre economía verde. 
La economía verde se propone como una gran transformación de los modelos de producción y consumo para detener la contaminación y el agotamiento de los recursos naturales, Para los movimientos sociales, sin embargo, no es más que otro color para disfrazar el capitalismo. 
Esa propuesta es una de las principales que contiene el documento para la conferencia, que en su etapa cimera congregará a jefes de Estado y de gobierno entre el miércoles 20 y el viernes 22, la misma jornada en que concluirá el foro paralelo de la sociedad civil, inaugurado el día 15. 
"La Cumbre de los Pueblos es crítica de la economía verde, porque somos los pueblos que sufrimos la crisis del capitalismo y de ese modelo de producción que cuanto más se agrava, más avanza sobre nuestros derechos", lanzó al inicio la brasileña Fátima Mello, una de las organizadoras del encuentro. 
"Entendemos que la economía verde, que se basa en la mercantilización de bienes naturales, está ligada estrechamente a una economía marrón", de contaminación y depredación, argumento la también brasileña Larissa Packer, de la organización Terra de Direitos. 
La verdadera "economía verde no es el dólar verde, como la ven nuestros gobernantes. Es nuestra Amazonia verde", expuso el indígena boliviano Edwin Vásquez, que acusó a las corporaciones transnacionales de invadir y saquear los recursos naturales. 
El argentino Juan Herrera, de la red internacional La Vía Campesina, propuso un modelo de "economía popular, solidaria y campesina" que sustituya el actual gran agronegocio pues este "generó verdaderos desiertos de soja y maíz donde los campesinos ya no tienen ni un lugar". 
Ante estos pronunciamientos y críticas, Steiner, un experto en políticas ambientales, se confesó "sorprendido". 
"En el PNUMA establecimos que el modelo económico actual no es el modelo del futuro. Estamos de acuerdo con ustedes en eso", sostuvo al orientar a los participantes a "leer" el documento oficial de esa agencia de las Naciones Unidas, y que aborda las diferentes interpretaciones sobre economía verde. 
Despojado de sus habituales traje y corbata, Steiner explicó que el "fracaso" de no haber evitado la degradación natural "tiene que ver con el paradigma económico del mundo que trata al planeta como la minería: extraer, extraer y extraer". 
Y casi adoptó el mismo lenguaje que su contrincante platea, al declararse crítico de "la capacidad del mercado de alcanzar el desarrollo sustentable", y especificó: un mercado basado, como si fuera una "ley de la física", en la libre oferta y demanda. 
"El atún de aleta azul vale hoy en el mercado 4.000 dólares. Por eso (las empresas) podrían capturar hasta el último pez", ejemplificó para justificar que el "mercado no ayuda a administrar el planeta de forma sustentable". 
Las diferencias surgieron al buscar opciones a ese modelo. Entre otras propuestas, Steiner planteó dar un valor económico al ecosistema, para promover "leyes que protejan la naturaleza o negocios que no sean destructivos". 
Además, se refirió a nuevas tecnologías "buenas y posibles", como las energías limpias y renovables, que no generarían desempleo sino que, al contrario, "dan más empleos que la industria automotriz". 
Sus argumentos no convencieron al experto en biodiversidad Pat Mooney. Este activista canadiense citó tecnologías dañinas propuestas por la economía verde, como la biología sintética, que modifica microorganismos, o el desarrollo de variedades transgénicas, que concentró el control de las semillas en un puñado de empresas multinacionales. 
Mooney se dijo espantado por una economía verde que ahora busca controlar la biomasa del planeta. 
Tampoco quedó convencido el exembajador de Bolivia ante la Organización de las Naciones Unidas (ONU), Pablo Solón, que acusó a Steiner de "no haber sido honesto". "Detrás de ese concepto está el asumir que la naturaleza es un capital", alzó la voz Solon, y sostuvo que "no nos estamos inventado eso" que está en el borrador que discuten los gobiernos en Río+20. 
Steiner "dice que buscan desacoplar el crecimiento con el deterioro ambiental. ¡No se puede crecer eternamente, el límite es la biodiversidad! ¡Lo que necesitamos es redistribuir la riqueza!", polemizó. "No porque levante el tono de voz y el de la platea, todo lo que usted dice es correcto", replicó Steiner. 
En esa polarización entre el capitalismo y el anticapitalismo "el mundo no avanzará", sostuvo el funcionario al argumentar lo difícil que es lograr consensos entre todos los estados miembros de la ONU. 
El debate dejó un sabor amargo. 
Proponer una economía verde sin reglamentar el mercado financiero causará lo contrario de la conservación: "una burbuja financiera impredecible", dijo la brasileña Packer a TerraViva. 
"Cuando hay escasez de una mercadería, su valor sube. Por lo tanto, cuanto más se destruya la naturaleza, mayor será el valor de los activos naturales", advirtió.


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Países del Sur aceptan economía verde

Por Diana Cariboni

RÍO DE JANEIRO, 16 jun (IPS/TerraViva) - No es cierto que los países en desarrollo condicionaron la inclusión de la economía verde en el documento final de Río+20 a definiciones sobre financiamiento, dijo a TerraViva la jefa de la delegación de Venezuela, Claudia Salerno Caldera.
"Eso es un rumor sin sustento", sostuvo. 
El jueves 14, el Grupo de los 77 (G-77) países en desarrollo más China se retiró de la mesa que discutía economía verde, alegando que las naciones ricas obstaculizaban todo avance en los "medios de implementación", es decir la transferencia de tecnología y el financiamiento para hacer frente a la transformación de los patrones de producción y consumo. 
El viernes las discusiones llegaron a punto muerto en otros varios terrenos y este sábado 16 Brasil presentó un documento consolidado en busca de consenso antes de que los jefes de Estado y de gobierno lleguen a esta ciudad para el segmento cimero de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Desarrollo Sostenible, Río+20, entre el 20 y el 22 de este mes. 
Los países en desarrollo "iniciaron la negociación sobre economía verde y sobre los cambios necesarios", y eso avanzaba "maravillosamente bien" hasta que la discusión llegó a medios de implementación, describió Salerno. 
¿Cómo es posible "que nosotros, con las luchas contra la pobreza que tenemos, estemos más dispuestos a esa transformación que los que se supone que tienen mejores condiciones?", se preguntó. 
Las propuestas para reverdecer la economía que el Norte industrial había puesto sobre la mesa en enero iban en el sentido de crear nuevas barreras al comercio, "y las peleamos desde entonces y hemos logrado ajustarlas", indicó la venezolana. 
El acuerdo "no podía destruir 20 años de negociaciones en la Organización Mundial del Comercio y todo lo adoptado en materia ambiental" porque tú tienes una crisis, sentenció, en referencia a la Unión Europea (UE). 
Sin embargo, "el debate se recondujo" y el capítulo de economía verde "es hoy uno de los que tienen mayor cantidad de textos ya acordados", aseveró. "¿Por qué no hay un solo párrafo acordado sobre medios de implementación?", interrogó. Porque los países ricos "no quieren nada". 
Los estados aceptaron "limitar la naturaleza prescriptiva de la idea de 'economía verde'" y colocar en su lugar "políticas de economía verde", reconociendo que los países "deben retener la capacidad de definir cómo adaptarlo a sus circunstancias específicas", según Alex Rafalowicz, asesor legal de la no gubernamental Red del Tercer Mundo, que sigue de cerca los debates. 
A los gobernantes les toca decidir "si puede ser la crisis y la coyuntura lo que impida al político tener una visión de 20 años", dijo Salerno. "Todo el mundo tiene una crisis distinta. Europa clama por la suya y la vive poniendo sobre la mesa como justificativo". 
El anuncio esta semana de un fondo de 30.000 millones de dólares "ya es un acuerdo y no lo vamos a revisar. Si ellos (Estados Unidos y la UE) se echan para atrás en lo que los propios países desarrollados colocaron como la gran bandera política de la cumbre de cambio climático de Copenhague, entonces estamos muy mal". Pero "incluso eso hemos visto", agregó. 
Las delegaciones de Venezuela, Bolivia, Ecuador, Cuba y Nicaragua, que coordinan sus posturas en la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA), salieron este sábado 16 a hablar en duros términos sobre los retrocesos en financiación. 
De hecho, "el G-77 se retiró de los debates sobre economía verde porque fue el ALBA y Bolivia que observamos que los medios de implementación están yendo por un rumbo tan equivocado y absurdo que aparece como fuente de financiamiento la caridad privada", dijo a TerraViva el jefe de negociaciones sobre cambio climático de Bolivia, René Orellana. 
"No sabemos si se están burlando de nosotros o efectivamente quieren desmantelar la cooperación internacional", agregó. "¿En dónde dice que las obligaciones validadas en numerosos tratados internacionales se suspenden en tiempos difíciles?", cuestionó. 
Su país "tiene esperanza en el proceso de Río+20", dijo, pero "queremos ver un documento que exprese el derecho al desarrollo, los derechos de la Madre Tierra, la armonía con la naturaleza y un enfoque que nos resuelva la pobreza". 
Bolivia, Venezuela y otros países latinoamericanos productores de hidrocarburos se encuentran ante el dilema de una economía basada en una producción sucia. 
"Tenemos una dependencia muy importante de esos recursos no renovables, y por ser vulnerables no podemos salir de un día para otro de esa dependencia, salvo que tengamos transferencia de tecnología, la condición para migrar de una energía no renovable a una renovable", abundó Orellana. 
Sin embargo, "nuestra contribución a las emisiones de gases de efecto invernadero es de 0,03 por ciento. Y de repente quieren que asumamos una enorme responsabilidad en la reducción de emisiones países que no somos los culpables del cambio climático. Si lo hacemos de un día para otro, dejaremos a nuestros estados sin posibilidad de ingresos".

Imagenes: prensapuradigital.com.ar - noticias.terra.com.ar

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