La ola que llevó al 15-M




Todas las entidades recientes se organizan en red y están pensadas para los nuevos tiempos 'líquidos'
PERE RUSIÑOL Madrid

Si aún está sorprendido al ver a tantísima gente en las calles el 15-M y el 19-J, eche un poco la vista atrás. Muy poco: hasta el pasado febrero.
En un sólo mes, en febrero, nacieron Democracia Real Ya, Juventud sin Futuro, No les Votes, Estado del Malestar... Todos a la vez, unos con los pies en la calle y los otros en las redes sociales. Sin aparente conexión entre sí pero con métodos parecidos. E idéntico nivel de cabreo.
Las fórmulas organizativas se inspiran en el software libre
Apenas un mes antes se había creado en Madrid una coordinadora de las asambleas nacidas en los barrios para preparar la huelga general de septiembre de 2010 y que luego siguieron funcionando.
También entonces empezó a operar una plataforma para "una fiscalidad justa", en Barcelona, y otra para exigir "un impuesto a las transacciones financieras, ¡ya!", en Madrid.
La trenza hacia atrás sigue hasta donde se quiera: el empeoramiento de la crisis y la percepción, a partir de 2009, de que los causantes se iban de rositas provocó la creación en cascada de muchas organizaciones en toda España para expresar malestar y debatir propuestas de mejora. La efervescencia en la calle emergió el 15-M, pero llevaba meses cocinándose a fuego lento en los márgenes, con un nivel de activismo que no se había visto en años. Y aun y así, cogió por sorpresa a casi todos.
"La tormenta perfecta"
"Se estaba fraguando la tormenta perfecta. Lo increíble es que tantos asesores y gente importante no se hubieran enterado", opina Carlos Sánchez Almeida, de 48 años, abogado de Barcelona e impulsor de No les Votes, una de las semillas del 15-M, creado inmediatamente después de la aprobación de la Ley Sinde. "Esta falta de olfato ya es un ejemplo en sí mismo del divorcio existente entre la sociedad y la clase política", afirma.
"Ni los partidos ni las instituciones oficiales se dieron cuenta de que se acercaba la ola porque están alejados de la calle", remacha Ada Colau, de 37 años y portavoz de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca, creada en febrero de 2009 para luchar contra los desahucios y en favor de la dación en pago; es decir, que ante la imposibilidad de pagar la hipoteca, la entrega del piso salde la deuda con el banco, como sucede en muchos estados de EEUU. Cuando empezaron, sólo los más expertos conocían el significado de "dación en pago". Dos años después, empieza a ser innecesario explicar su significado, en buena parte por el éxito de esta organización, que ha evitado ya más de 40 desahucios.
"Era la tormenta perfecta y ningún asesor la vio venir", dice un activista
"Los políticos no se dieron cuenta de que iba a estallar la burbuja inmobiliaria y luego no se han enterado de los estragos que provoca", añade Colau, quien cree que las izquierdas minoritarias son ahora más sensibles a sus demandas, aunque a su juicio van a remolque por el mismo motivo: "No se enteran de las dificultades que pasa la gente porque no viven sus problemas en carne propia", sostiene.
Toda esta efervescencia social, con el nacimiento de múltiples entidades en muy poco tiempo no fue detectada por los canales oficiales en parte porque sus fórmulas son muy novedosas. Y realmente en red.
La etiqueta "en red" no es en este caso un mero planteamiento teórico, sino que tiene muchísimas aplicaciones prácticas, compartidas por casi todas estas organizaciones de nuevo cuño y recién creadas: no hay jerarquías casi ninguna tiene cargos y, si los hay, son rotatorios y nada rimbombantes, ni suele haber liberados. Tampoco existe una sede física permanente. Ni un gran corpus doctrinal al que adherirse más allá de un breve manifiesto. Ni un presupuesto digno de este nombre.
Las organizaciones de nuevo cuño en red no tienen sede ni jerarquías
Sin carné militante
Ni siquiera hay militantes: como mucho, gente que se apunta a una lista de correo. Y, por supuesto, nadie paga cuotas ni recibe un carné ni se le exige exclusividad o fidelidad.
Por no haber, ni siquiera hay necesariamente coherencia: la marca inicial creada por el grupo promotor se replica a gran velocidad en otros lugares sin que nadie supervise que exista una afinidad al 100%: así se han creado en pocas semanas más de 80 asambleas de Democracia Real Ya (DRY), que toman sus decisiones de forma soberana y autónoma. Lo mismo sucede con la Plataforma de Afectados por la Hipoteca. Y con Juventud sin Futuro. Y con Estado del Malestar. Con casi todas.
Los grupos se extienden sinel control delos promotores
Algunos sociólogos con Zygmunt Bauman a la cabeza hace años que hablan de "modernidad líquida" para definir las sociedades contemporáneas: cambiantes, mestizas, sin grandes seguridades ni vocación de permanencia. Todas estas nuevas organizaciones que generaron la ola del 15-M en los márgenes de la sociedad oficial son conscientemente líquidas. Y pensadas deliberadamente como alternativa a las organizaciones alumbradas en los siglos XIX y XX, con premisas en las antípodas: jerárquicas, con una militancia entregada que abrazan una ideología completa y con aspiración de permanencia.
"Somos una plataforma líquida, que fluye en todas direcciones, sin líder ni representante, en torno a unos puntos de consenso", explica Toni Labrador, de 29 años, impulsor de Estado del Malestar, muchos de cuyos miembros estaban también detrás de la convocatoria de DRY.
Por esto es tan difícil encontrar espacios comunes entre estas nuevas fórmulas y la política institucional "cuerpos sólidos", en expresión de Labrador, como los partidos y los sindicatos: "No es tan sencillo como invitar a unas personas a una reunión y decidir algo allí. Eso de que unos pocos representantes decidan por su cuenta es imposible si de verdad se opera en red. Cuando los partidos hablan de abrirse y de trabajar en red, no entienden este punto clave", remacha Labrador.
Attac ejerce de puente entre las entidades nuevas y las tradicionales
"Los partidos no son estructuras malignas, pero están anquilosadas y desorientadas", sostiene Andrés Merino, estudiante de Ciencias Políticas de 21 años y portavoz de Juventud sin Futuro. Y añade: "En el siglo XX, los sindicatos y los partidos canalizaban las demandas populares, pero esta estructura ha quedado vieja ante las nuevas fórmulas, que no exigen tener un carné ni asumir toda una cosmovisión para implicarte".
El cerebro-colmena
Jon Aguirre Such, estudiante de Arquitectura de 26 años y portavoz de DRY, lo explica como un cambio inherente a las nuevas tecnologías y, por tanto, "a la contemporaneidad". Vendría a ser la aplicación actualizada de la vieja máxima de McLuhan de que "el medio es el mensaje": las nuevas tecnologías, opina Aguirre Such, generan horizontalidad y trabajo en red de manera simultánea en tiempo real y en pie de igualdad... Y aporta una imagen que ayude a entenderlo: "el cerebro-colmena".
El portavoz de DRY sugiere aún otro concepto, extraído del mundo del software libre, una de las fuerzas que mueven esta revolución silenciosa: beta permanente. Su traducción: "Genera respuestas inmediatas y las va sometiendo a la crítica en función de estas respuestas". "Nada es para toda la vida ni sirve ninguna cosmovisión: ante situaciones cambiantes, se va cambiando", concluye.
El movimiento obrero
A estas nuevas formas de funcionamiento de las organizaciones en red, pensadas para sociedades líquidas, se han apuntado también grupos con principios tan sólidos como los del movimiento obrero tradicional: la multitudinaria marcha del 19-J, que sacó a la calle a decenas de miles de personas en toda España con el respaldo de muchos de los grupos del 15-M, fue convocada en realidad por la Coordinadora de Asambleas de Barrios y Pueblos de Madrid, una iniciativa impulsada en origen por sindicalistas partidarios de otra huelga general.
Pero la coordinadora, formada en enero para poner en contacto la cascada de nuevas asambleas antes del 15-M,nació ya con las nuevas fórmulas: "No hay un coordinador general, sino que cada asamblea se organiza como quiere desde la base y luego vemos cómo coordinar acciones concretas", explica Rafa, de la Asamblea de Vallecas.
Estas asambleas conviven ahora con las surgidas directamente del 15-M. Y se retroalimentan. El propio Rafa, por ejemplo, suele participar en las dos: "Las del 15-M están haciendo una gran labor a la hora de sacar a la juventud a la calle; son más interclasistas. Las nuestras son variopintas, pero anticapitalistas y enraizadas en la tradición del movimiento obrero", resume.
Las asambleas llevaban meses preparando la movilización del 19-J cuando se toparon con los preparativos del 15-M. Se apoyaron mutuamente y todos han salido ganando: antes del 15-M había seis asambleas de trabajadores constituidas en Madrid. Ahora hay una veintena.
El éxito de estas asambleas de trabajadores que organizaron el 19-J muestra que, pese a la aparente distancia conceptual, existe espacio para la confluencia entre nuevas "entidades líquidas" y las luchas de las organizaciones tradicionales de la izquierda. Otro ejemplo: la Plataforma de Afectados por la Hipoteca suele reunirse, en Madrid y en Barcelona, en la sede de las respectivas federaciones de asociaciones de vecinos, entidades clave en las luchas sociales de la Transición, junto a partidos y sindicatos.
Entre los movimientos sociales tradicionales y las nuevas redes líquidas hay además un elemento clave que los está poniendo en contacto: Attac, una de las organizaciones emblemáticas de la ola antiglobalización de finales de la década de 1990, se ha convertido en un puente entre ambos mundos al estar a medio camino.
El movimiento antiglobalización irrumpió pegado a la izquierda tradicional, pero ya operando con las nuevas fórmulas en red. "Hay un agotamiento del modelo de organización tradicional y un rechazo amplio de las fórmulas viejas, sobre todo entre los jóvenes, muy partidarios de la horizontalidad y de los cargos rotatorios frente al concepto denostado de cúpulas", explica Ricardo García Zaldívar, ahora presidente de Attac España.
Attac está detrás de muchas de las plataformas más tradicionales creadas en el último año: contra la privatización del Canal Isabel II, por una fiscalidad justa, por un impuesto a las transacciones financieras... Y también de las Mesas de Convergencia, con las que esperaba desencadenar una movilización de abajo arriba. "Llevábamos tiempo intentando movilizar, pero no acababa de cuajar. Y llegan unos chavales usando las nuevas tecnologías y es el boom", admite García Zaldívar, quien concluye: "Había aceite y había huevo, pero no mayonesa".
Pero en febrero, la mayonesa empezó a ligar.

Publico.es

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