El Niño y La Niña crecen y perturban



Por Stephen Leahy





La cuenca del río Fitzroy, en Australia, el 4 de enero de 2011. La superficie inundada aparece en azul oscuro. Las manchas celestes son nubes. 


Crédito: Cortesía NASA/GSFC, MODIS Rapid Response



UXBRIDGE, Canadá, ene (Tierramérica) - El planeta vive la manifestación meteorológica más potente de La Niña en 50 años, con inundaciones sin precedentes en Australia y sequías en Argentina, Brasil y Uruguay que afectan inclusive los precios de los alimentos.

Los científicos empiezan a considerar que el cambio climático podría estar potenciando los impactos de El Niño/Oscilación del Sur (ENOS), un ciclo que afecta periódicamente los patrones meteorológicos en todo el mundo.

La Niña y El Niño son, respectivamente, las fases fría y cálida del ENOS, y forman parte del sistema de regulación del calor en el océano Pacífico ecuatorial.

Ambos se presentan cuando los cambios oceánicos y atmosféricos son simultáneos.

En condiciones que los climatólogos definen como "neutrales", las altas presiones suelen dominar la atmósfera del Pacífico oriental, mientras las bajas predominan en el oeste.

La diferencia de presión genera los vientos alisios, que soplan de este a oeste sobre la superficie del Pacífico ecuatorial apilando las aguas cálidas en el occidente. Las aguas profundas y más frías emergen entonces en el este para reemplazar a las cálidas.

En los eventos de La Niña, esas diferencias de presión son más marcadas, los alisios soplan con más fuerza y generan una corriente fría más intensa en el Pacífico oriental.

En cambio, con El Niño la presión alta se presenta en el Pacífico occidental, y la baja cerca de las costas americanas. Los alisios se debilitan o cambian de dirección y las aguas cálidas se expanden por el este del océano.

"En 2010 hubo una transición muy rápida de El Niño a La Niña", dijo a Tierramérica el climatólogo Kevin Trenberth, del Centro Nacional de Investigaciones Atmosféricas con sede en Colorado, en el centro de Estados Unidos.

El Niño fue fuerte, duró un año y finalizó en mayo, y en un plazo de apenas dos meses se presentó La Niña, explicó.

La Niña actual no sólo puso fin a 10 años de sequía en Australia, sino que inundó unos 850.000 kilómetros cuadrados en ese país, área equivalente a la de Francia y Alemania juntas. También causó inundaciones mortales en el norte de América del Sur y generó condiciones de sequía en las partes centrales y sureñas del continente.

En consecuencia, se afectaron los rendimientos agrícolas. Los precios internacionales de los alimentos alcanzaron un récord en diciembre, informó el 5 de este mes la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO).

"Desde los años 70 se registran cambios en el fenómeno El Niño-La Niña. Se trata de un ciclo complejo, pero las sequías, inundaciones y otras manifestaciones asociadas a él han sido más fuertes en los últimos 30 a 40 años", dijo Trenberth a Tierramérica.

Como el calentamiento altera los fundamentos del sistema climático mundial, atrapando más calor y hasta cuatro por ciento más de vapor de agua en la atmósfera, es razonable concluir que también influya en el ENOS.

"Sería sorprendente que no lo hiciera", sostuvo Trenberth.

Fueron los pescadores peruanos los que acuñaron el nombre de El Niño, por el niño Jesús, pues notaban los efectos del calentamiento de las aguas de esa zona del Pacífico cerca de la Navidad.

Con el paso de los meses, y a veces de los años, el calor superficial del océano se disipa y aguas más frías y profundas salen a la superficie. Así se restauran las condiciones neutrales o se presenta La Niña, que trae consigo corrientes ricas en nutrientes que causan una explosión de vida marina y buenas temporadas de pesca.

Los pescadores pueden esperar un buen año para 2011, pues una Niña intensa domina el Pacífico. "Éste es uno de los eventos más fuertes de La Niña en el último medio siglo, y probablemente persistirá en el verano del hemisferio boreal", dijo en un comunicado Bill Patzert, oceanógrafo y climatólogo del Laboratorio de Propulsión a Chorro de la agencia espacial estadounidense (NASA).

El ENOS tiene un ciclo de entre tres y siete años, con un promedio de cuatro años para pasar de El Niño a La Niña. Pero varía considerablemente, tanto en periodicidad como en fuerza, según Trenberth.

Cada ciclo es diferente e impredecible y de momento es imposible tratar de reproducirlo mediante modelos climáticos informatizados, acotó.

Aunque hay pruebas de que las inundaciones y las sequías han empeorado, la ciencia aún no cuenta con pruebas claras de que el cambio climático haya afectado el ritmo del ENOS, por ejemplo acortando el ciclo, como ocurre ahora, dijo.

"Pero podría estar afectándolo", especuló.

Las emisiones contaminantes de las actividades humanas actúan como una doble frazada sobre la atmósfera, atrapando más calor que el que naturalmente ésta retiene.

Casi todo ese calor extra es absorbido por los océanos. Éstos se vienen calentando desde los años 70, y es probable que eso también influya en el ENOS, observó Julia Cole, científica climática del Instituto del Ambiente de la Universidad de Arizona.

El ENOS siempre tuvo una variabilidad enorme, y sus fuerzas motrices aún no se conocen del todo, lo que vuelve muy difícil determinar cómo lo afecta el cambio climático o pronosticar futuras modificaciones del ciclo, dijo Cole a Tierramérica en una entrevista por correo electrónico.

Sin embargo, las últimas investigaciones sugieren que en el futuro "podríamos incluso tener varios nuevos ‘sabores’ del ENOS", agregó.

Las inundaciones causadas por La Niña en Australia no tienen precedentes. Por lo menos 10 personas fallecieron y las pérdidas se estiman en miles de millones de dólares.

Buena parte de las inundaciones ocurrieron en el nororiental estado de Queensland, cuyos ríos fluyen hacia el Mar del Coral, y se espera que tengan repercusiones importantes en la Gran Barrera de Coral.

Las aguas de las lluvias barrieron las tierras, removiendo y arrastrando hacia el mar enormes cantidades de sedimentos y de sustancias contaminantes. Es probable que tengan "un impacto enorme" en el mayor sistema de arrecifes del mundo, dijo Charlie Veron, ex jefe científico del Instituto Australiano de Ciencias Marinas.

"Sin dudas esta Niña tan fuerte está causando las inundaciones, pero el cambio climático parecería estar potenciando sus efectos", escribió Veron en un mensaje electrónico.

Las vastas plantaciones de caña de azúcar de Queensland se ahogan, pero los cultivos de Argentina, Brasil y Uruguay están resecos por la falta de lluvias que, a fines de diciembre, ya había causado carestía de los alimentos, según un informe de la FAO divulgado el 5 de este mes.

Las continuas sequías en Argentina o el mortal frío invernal en Europa y América del Norte podrían contribuir a elevar incluso más el precio de los alimentos, advierte la FAO.

Aunque La Niña mantiene fría buena parte del Pacífico sur desde hace meses, 2010 igualó a 1998, cuando El Niño se manifestó con intensidad: son los dos años más calientes de la historia desde que se llevan registros.

* Este artículo fue publicado originalmente el 8 de enero por la red latinoamericana de diarios de Tierramérica. 

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2010, el año más caluroso del que se tiene registro


Lo predecían en noviembre y se cumplió, según la National Oceanic and Atmospheric Administration (NOAA):
el año 2010 ha sido, junto a 2005, el más caluroso del que se tiene registro (esto es, desde 1880). Además, el año pasado marcó un récord en cuanto a precipitaciones.

Para poner el calentamiento en perspectiva, cabe señalar que ya son 34 los años en los que, de forma consecutiva, la temperatura de la Tierra sobrepasa la media del siglo XX. Así lo explicó por teleconferencia Deke Arndt, de la NOAA:

Esto sigue una tendencia que ya dura varias décadas. Este es el trigésimo cuarto año consecutivo con temperaturas por encima de la media del siglo XX. (Traducción libre)

El récord de temperatura de 2010 se debió, en parte, a que el Océano Pacífico se encontraba especialmente caliente, algo en lo que el fenómeno climático de El Niño tiene bastante que ver. ¿Se puede relacionar eso con las inusuales precipitaciones vividas en 2010? ¿Con las inundaciones vividas en Pakistán, China y Corea del Norte?

Si bien es cierto que el aire caliente tiene más capacidad de acumular agua, los científicos son siempre cautos a la hora de relacionar fenómenos climáticos extremos concretos con el cambio climático. Y a pesar de que sospechamos que la ola de calor sufrida en Rusia, o las devastadoras inundaciones de Pakistán, son consecuencia del cambio climático, es algo imposible de probar de forma inapelable.

Vía | www.npr.org
Fotografía |
www.noaa.gov

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